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Title: Leo Kanner: El Hombre que descubrió el Autismo 02-04-2019
Author: Infolentes
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Leo Kanner, padre del autismo

En un pequeño pueblo del entonces Imperio Austrohúngaro (ahora parte de Ucrania), nació en 1894 Leo Kanner, hijo de un rabino que, en contra de los usos de la época, decidió que su hijo combinara una educación religiosa con una buena formación secular.
Leo inició sus estudios en la Universidad de Berlín, pero tuvo que interrumpirlos al ser llamado a filas por el ejército austriaco. En 1924 llegó a los Estados Unidos y trabajó como médico asistente al mismo tiempo que estudiaba inglés. Fue especializándose en Psiquiatría y más tarde escribió algunos artículos sobre salud mental que llamaron la atención de Adolph Meyer, el fundador de la Escuela de Psiquiatría de la Universidad John Hopkins, quien lo invitó a incorporarse a la institución. Kanner aceptó y trabajó allí el resto de su carrera.
En 1930 fundó el primer Departamento Académico de Psiquiatría Infantil y cinco años después escribió el primer manual titulado precisamente “Psiquiatría infantil”, que fue un texto clave de aquella época.

Historia del Autismo: Leo Kanner el “padre del autismo”

En 1943 publicó un trabajo titulado “Autistic Disturbances of Affective Contact” (Trastornos Autistas del Contacto Afectivo) en el que hablaba de un trastorno que algunos llamaron síndrome de Kanner y que hoy denominamos Autismo. En él presentó los casos de once muchachos con la incapacidad innata para relacionarse con otras personas. Dicho artículo se convirtió en la base del estudio moderno del Autismo, pues casi todos los aspectos básicos incluidos en el artículo han sido ampliamente confirmados por otros investigadores.
Kanner ayudó a poner nombre a un trastorno, a identificarlo, a atraer la atención de los pediatras y psiquiatras sobre esos síntomas, a que esos niños fueran, por primera vez, estudiados, diagnosticados y atendidos.


Pero no fue Leo Kanner el primero en hablar de autismo, las primeras referencias las encontramos con el médico francés Jean Marc Gaspard Itard, que a raíz del trabajo que desarrolló con el niño salvaje de Aveyron definió una serie de conductas típicas del autismo en su meticuloso trabajo en 1801. Él fue uno de los precursores de lo que hoy entendemos como “educación especial”.

Posteriormente, Paul Eugen Bleuler acuñó la palabra autismo cuando trabajaba en la definición de los síntomas de la esquizofrenia en 1912. Otro nombre ligado al autismo fue sin duda Hans Asperger, que paralelamente a Kanner trabajaba en Austria, donde en 1944 definió lo que hoy conocemos como el Síndrome de Asperger.
Tanto el trabajo de Leo Kanner como el de Hans Asperger crearon las bases para la comprensión moderna de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA). Es reconfortante saber que durante todos estos años se han dado grandes avances, no solo en lo relativo a los aspectos científicos o de calificación diagnóstica, sino también en lo relativo a la comprensión social del TEA. Pero, ciertamente, aún nos queda un largo camino.

Qué es el autismo

El autismo afecta de menor a mayor grado las habilidades de comunicación, socialización y desarrollo de la imaginación. Es un cuadro que presenta una gran variedad de peculiaridades, así que no hay autistas, sino personas con autismo, diferentes, peculiares y personales, lo que ayuda a descubrir qué es el autismo.
• Al día de hoy, no se conoce una cura ni se le atribuye a una causa específica. Sin embargo la búsqueda sobre la causa del autismo abarca desde teorías que consideraban a los padres culpables de que “se encerraran en su mundo”, estas teorías se han descartado. Actualmente se realizan investigaciones acerca de factores medioambientales, la genética, los trastornos metabólicos, estructuras cerebrales, desbalances bioquímicos entre otros factores que intervienen en el sistema nervioso y el neurodesarrollo de las personas con CEA.
• Por estos motivos y en base a las investigaciones sobre qué es el autismo, es de suma importancia la intervención temprana así como la realización de un diagnóstico certero.



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