Filtros terapéuticos MARCA SPO

BAJA VISION Perú + Filtros terapéuticos MARCA SPO opciónal con medida para patologías visuales USOS: Glaucoma, Atrofia Óptica, Albinismo, Acromatopsia, Pseudoafaquia, Pre-operatorio de cataratas, Degeneración macular, Retinitis pigmentaria, Ceguera nocturna, Retinopatía Diabética, Fotofobia, Afaquia
 

Infolentes Infolentes Author
Title: Los lentes de google
Author: Infolentes
Rating 5 of 5 Des:
Visualización optima 1600x900 pixel Comenta.esta.publicación Sergey Brin se pasa la mitad del tiempo dedicado a la Google Glass. Apar...
Visualización optima 1600x900 pixel Comenta.esta.publicación


Sergey Brin se pasa la mitad del tiempo dedicado a la Google Glass. Apareció con las gafas robóticas en un evento benéfico para invidentes, se le vio llevándolas en un desfile durante la semana de la moda en Nueva York, junto a Diane von Fürstenberg y, recientemente, con ellas puestas en un vagón del metro neoyorquino. Es el gran proyecto que tiene entre manos el genio que, a través de la realidad aumentada, permitirá a los usuarios de smartphones acceder a información con simples comandos de voz, por ejemplo. Suena futurista, pero espera comercializarlas en 2014.
Hace década y media, junto a Larry Page, Brin creó Google, que hoy es la compañía más valiosa y potente de Internet. Esto lo convierte automáticamente en una de las 20 personas más poderosas del mundo, según Forbes. Está, además, entre las 25 mayores fortunas del planeta, con una riqueza personal que se valora en unos 15.000 millones de euros, no muy lejos de Jeff Bezos, fundador de Amazon y uno de sus primeros inversores.
Brin nació en Moscú, en agosto de 1973. Su padre era matemático; su madre, científica. Emigraron a EE UU en 1979, escapando del antisemitismo institucional comunista, que limitó sus carreras. Creció en Maryland. Pasó desapercibido entre sus compañeros, pero no entre sus maestros. En la Universidad de Stanford, donde se doctoró en ciencias de la computación, conoció a Page, un chico del Medio Oeste. Ahí engendró, con 21 años, la empresa que acabó con Altavista, destronó a Yahoo!, metió miedo a Microsoft e irritó a Steve Jobs, su ídolo.
Quería organizar la masa ingente de información disponible en la web con una fórmula matemática que diera sentido y relevancia a las páginas. Una idea que revolucionó la naturaleza misma del “negocio” del conocimiento. Porque la búsqueda en Internet, acompañada por anuncios en el margen, forma parte ya de la manera en la que se piensa y actúa. La publicidad es la mayor fuente de los 38.000 millones de dólares que ha tenido en ingresos Google.
Lo que empezó en un garaje alquilado en Menlo Park, en la Bahía de San Francisco, como un proyecto financiado con un millón de dólares prestado por familiares, amigos e inversores, es ahora un coloso presente en móviles, tablets, televisores, relojes, cámaras de fotos y, más pronto que tarde, en las gafas. Incluso desarrolla hasta un coche autónomo. Al mismo tiempo, ha entrado en colisión con la industria tradicional de medios, desde editores de diarios y libros hasta Hollywood.
En el triunvirato que corona Google, Sergey Brin es el responsable de los proyectos especiales y está al frente del laboratorio Google X. Larry Page se dedica como consejero delegado a la gestión diaria de la empresa y el presidente, Eric Schmidt, hace las veces de diplomático y evangelista de la compañía por el mundo —su última gira fue por Corea del Norte, para animar al régimen a abrir el país a Internet.
La última foto de Brin con la Gloogle Glass en Nueva York creó un gran revuelo mediático y en las redes sociales, en un momento en el que se está cuestionando la capacidad de innovación de las grandes firmas tecnológicas en EE UU. Lejos queda aquella imagen del joven imberbe que apareció en el programa Cuenta la verdad. Los jueces tenían que identificar al verdadero gurú de Google, que apareció en el plató junto a dos “impostores”. Tras ocho minutos de preguntas, eligieron a la persona equivocada. Google ya era el mayor buscador en Internet y hacía salivar a los inversores. Pero nadie fuera de Silicon Valley conocía a sus creadores.
Las revolucionarias gafas, con las que se le ve también a menudo por San Francisco, donde vive, han disparado teorías conspiratorias sobre las intenciones reales de Google con este tipo de proyectos. Y es que el gran reto de la compañía es convencer al mundo de que no son unos diablos en pos de controlar el mundo a través de la Red. Es también una cuestión de cultura empresarial propia de Google, intrínseca a la personalidad de Brin y a sus ambiciones.
El informático anima a sus empleados a dedicar una quinta parte de su tiempo a proyectos que les motiven y a retarse los unos a los otros las ideas subidos a patines o jugando al voleibol en sus oficinas. Así nació, por ejemplo, Google News tras el 11-S, Gmail o Google Maps. De igual manera, echa para atrás sin complejos lo que no funciona, como el servicio GoogleWave, una red social para hacer networking en tiempo real.
Como dice el profesor Clayton Christensen en su best seller El dilema de los innovadores, el poder de gente como Brin está en desarrollar un concepto novedoso que agite a toda una industria. Con las Google Glass, Brin busca hacer realidad la ciencia-ficción. Que después funcione o no, se verá. Es la clave de cualquier firma tecnológica, pensar a cinco años vista para que la rueda siga girando.
Y tampoco todo es hacer dinero para mantener vivo al coloso. Hace poco menos de una década, Brin presentó junto a Page un brazo paralelo de Google dedicado a la filantropía y centrado en proyectos que buscan soluciones a problemas que afectan al planeta, como la pobreza, la degradación del medio ambiente y las energías alternativas. Fue el mismo año en el que empezó a cotizar en el Nasdaq, seis años después de nacer.
Fuente: El País

About Author

Advertisement

Publicar un comentario

 
Top